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Para entonces el conflicto colombiano había adquirido dimensiones alarmantes, tanto en relación con las hostilidades entre las partes, como en los efectos devastadores sobre la población civil. La impunidad campeaba como hasta hoy, por las calles que recibieron los muertos y la conciencia de miles de hombres y mujeres que aún claman por la verdad, la justicia y la reparación.
Concientes de esta situación, un grupo de profesionales del Departamento de psiquiatría de la Universidad Nacional de Colombia, empezaron a cuestionarse y a preocuparse por la salud mental de las personas víctimas de este tipo de violencia, pues el terreno de los efectos psicosociales y en la salud mental de la violencia política, era aún un ámbito abordado de manera superficial y prevenida.
“Eran tiempos aciagos de finales de la década los 80, éramos dueños de nuestro saber y queríamos hacer algo que tuviera sentido frente al sinsentido de la realidad. Fue entonces cuando movidos por las circunstancias decidimos ir más allá de la cotidianidad de nuestro quehacer y emprendimos el camino; no sabíamos muchas cosas aunque creíamos que podríamos enseñar mucho, en realidad sólo contábamos con el corazón y lo pusimos en ese incierto camino que nos mostraban nuestros pacientes; lo único concreto era que el camino tenía corazón, un corazón disfrazado de ciencia” [2]
Así, en 1990 este grupo inició acciones dirigidas a implementar un programa de salud mental para víctimas de violencia socio-política y en 1992 se constituye en una Organización No Gubernamental llamada Corporación AVRE – Apoyo a Víctima de Violencia Socio Política Pro – Recuperación Emocional, compuesta por psiquiatras y profesionales de diversas ramas, como medicina, psicología, enfermería y ciencias sociales.
Durante el desarrollo de su trabajo definieron pautas para el acompañamiento, partiendo de la base que la recuperación emocional no depende únicamente del acceso a atención terapéutica, sino que debe incluir acciones dirigidas a la recuperación del tejido social, la superación de la impunidad, la comprensión del contexto y la identificación y utilización de los recursos existentes en las propias personas y comunidades.
Para ello, el acompañamiento se realizaba por medio de programas de salud metal comunitaria, articulados a programas de desarrollo y capacitación, que posteriormente se concretaron en tres modalidades de acompañamiento: Gestión y acciones para fortalecimiento organizativo, Atención clínica terapéutica y Capacitación.
“Lograr el reconocimiento del tema psicosocial desde la perspectiva de los derechos humanos fue una lucha colosal. Había una percepción general que lo psicológico le baja el tono a lo político. Tuvimos que empezar a argumentar que el discurso alrededor de la salud metal tenía sentido, que la subjetividad y el sufrimiento emocional eran algo digno de tratarse, ya que a partir de ahí, se derivan muchos de los impactos de la violencia en lo colectivo. Entonces teníamos que defender la idea de la psiquiatría como una disciplina que tiene algo que decir frente al tema de la violencia política, las víctimas y la defensa de los derechos humanos.”[3].
Luego de un camino recorrido se hizo evidente que a la labor psiquiátrica y psicológica, se debía integrar de manera transversal la acción social y política, ajustada al modelo de acompañamiento de la Corporación. Entonces se empiezan a realizar actividades de incidencia y participación política, a dar un mayor énfasis a los procesos de formación y capacitación y a fortalecer el trabajo colectivo y en redes, con el propósito de brindar un acompañamiento mucho más integral.
En esta etapa se articula de manera estructural y pragmática lo político y lo social y se fortalece como eje del acompañamiento el tema de derechos humanos, sin perder de vista que todo el trabajo de la Corporación esta orientado por lo psicosocial y la atención en salud mental, teniendo como centro las víctimas y su protección.
“La entidad alcanza un momento de desarrollo institucional a partir de la conceptualización, definición y operativización de la Modalidad de Gestión y Acciones para la Organización y Fortalecimiento de la Sociedad Civil. Su aplicación práctica (…) dota de sentido político y con una fundamentación desde los derechos humanos nuestro modelo de trabajo psicosocial, articulando de manera complementaria las acciones especilizadas de las otras dos modalidades.” [4].
Así la propuesta de la corporación pretendió hacer visible los efectos de la violencia y de la guerra, sobre la subjetividad y sobre la esencia del ser humano, develar su impacto sobre la sociedad y rescatar la solidaridad, la dignidad y la capacidad de resistir desde la civilidad.
“El lenguaje psicológico devela entonces que por el sufrimiento se doblega el alma y que una vez doblegada el alma y la conciencia colectiva, se destruyen la memoria y la dignidad de un pueblo y se concretan los proyectos de exterminio de las ideas y de quienes no están de acuerdo con el orden y el poder establecidos”[5].
Luego de un largo proceso de reflexiones internas frente al papel de AVRE ante las exigencias de un contexto de violencia política cada vez más degradado y las necesidades de las víctimas; el modelo de acompañamiento de la Corporación, quedó integrado por cinco líneas estratégicas de trabajo: Línea de Atención Clínica Terapéutica; Línea de Acciones psicojurídicas; de Construcción y Socialización de Saberes; Línea de Fortalecimiento de Capacidades Locales, Sociales y Organizativa; y línea de Incidencia y Participación Política, que reflejan de manera explícita la integralidad de las acciones realizadas por AVRE.
Hoy, con más de 15 años de trabajo, la Corporación cuenta con una amplia trayectoria y un acumulado en su labor de acompañamiento para aportar en la recuperación y la reparación integral de las víctimas, el fortalecimiento de las organizaciones sociales, comunitarias, eclesiales y de derechos humanos y la integración de la salud mental como aspecto fundamental en la defensa de derechos, el fortalecimiento del Estado Social y la Consecución de la paz.
Actualmente cuenta con un equipo interdisciplinario de profesionales, conformado por psicólogos, médicos psiquiatras, profesionales de las ciencias sociales, humanas y jurídicas, trabajando conjuntamente para la consolidación de las víctimas como sujetos sociales con capacidad de crear una nueva historia, una historia de paz, justicia y dignidad para todos y todas.